viernes, 4 de septiembre de 2015

Para Alcanzar Las Promesas (Parte 1)

Sé fuerte y valiente, porque tú harás que este pueblo herede la tierra que les prometí a sus antepasados. Sólo te pido que tengas mucho valor y firmeza para obedecer toda la ley que mi siervo Moisés te mandó. No te apartes de ella para nada; sólo así tendrás éxito dondequiera que vayas. ( Josué 1:6-7)

La promesa más grande de todos los tiempos es
Jesús. Dios había prometido que iba a mandar al salvador para que por gracia, nos salve. Y así fue. Dios cumplió su promesa. También hay miles de promesas en la Biblia.

Las promesas son para todos, son universales, lo que pasa es que no todos se quieren tomar de esas promesas.

-   En Génesis 13:14-17, Dios le promete a Abraham que él iba a formar una gran nación y que iba a poseer una gran tierra. La promesa fue para Abraham y para toda su descendencia.
-   En Éxodo y Deuteronomio le prometió a Moisés que iba a entrar en la Tierra Prometida, que iba a alcanzar bendición y mucho más.

Después, Moisés y toda su generación no pudieron entrar en la Tierra Prometida. Dios juró por sí mismo, porque no había nada más grande.

Esto nos enseña que los juramentos son solo para los que hacen algo.

-   Si queremos recibir el cumplimiento de las promesas de Dios tenemos que hacer nuestra parte.
-   Las promesas no caen del cielo simplemente, estamos llamados a trabajar para alcanzarlas.
-   No todos están dispuestos a trabajar para llegar al cumplimiento de las promesas.
-   Algunos quieren la promesa pero no están dispuestos a pagar el precio por ellas.

Dios Nos Descalifica Si Nos Rebelamos Contra Su Ley



Moisés representa a una vieja generación. Que había conocido la promesa de Dios. Ellos sabían que la promesa de Dios era que iban a entrar a la Tierra Prometida, pero fue una generación que se murió en el desierto. En Números 20:12, vemos como Dios le quita el privilegio a Moisés de entrar a la tierra prometida debido a que habló con arrogancia al pueblo y  golpeó la piedra con enojo dos veces para que brotara agua que la gente le pedía. El, en ese momento crítico, no creyó en Dios, le faltó fe y obediencia. Dios nos descalifica si nos rebelamos contra su ley.


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