viernes, 21 de agosto de 2015

Yugo Desigual


Algunos están tan preocupados en santificar a su cónyuge, que se olvidan de lo más importantes, santificar
su propia vida. Ahora el cristiano no puede vivir de la sabiduría de este mundo. La Palabra de Dios dice que es el Creyente que santifica al no creyente. Es automático, la Palabra de Dios garantiza esa bendición.

Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos. 1 Corintios 7:14

"Dios quiere salvar a mi familia"

La santidad no es una opción del cristiano, sino un mandamiento de Dios. O se paga el precio de la santidad o se vive una vida de pecado. O su santidad agrada a Dios, o su pecado agrada al diablo. Algunos cristianos han vivido engañados, creyendo que Dios acepta sólo una parte de sus vidas. El Señor da el libre albedrío a los seres humanos, pero la decisión del hombre por ÉL debe ser real.
El Creyente necesita tener el respaldo bíblico para que su relación conyugal sea estructurada en la Roca, llamada Jesucristo. Las dificultades, cualesquiera que sean, deben ser llevadas al pie de la Cruz.
El creyente que ama a su pareja incrédula sin duda tiene un interés muy profundo en santificarse Sabe que es a través de él/ella que Dios va a transformar, restaurar y honrar a su pareja incrédula. Una familia que se ama es transparente en su relación diaria de respeto, atención, cariño y cuidado. En ella hay cordialidad y afecto sincero.
Es necesario restaurar el templo. Este templo es el propio corazón, que necesita ser limpio, lavado y preparado para cuidar de otros corazones. El amor, el cuidado, la practica bíblica y el testimonio cristiano, el ejercicio ministerial y todo lo demás, sólo serán válidos primeramente a través del testimonio de su propia casa.

“Y acontecía que habiendo pasado en turno los días del convite, Job enviaba y los santificaba, y se levantaba de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado contra Dios en sus corazones. De esta manera hacía todos los días”. (Job 01:05)

“Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.  Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas”. (Deuteronomio 6,4-9)

Una familia que está delante de Dios posee felicidad  y victorias incluso con las dificultades diarias que toda familia enfrenta.


Fuente: http://www.ungidos.com/foros/index.php?topic=42343.0

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